viernes, 22 de abril de 2011

Una adolescente. Un secuestro.

Zara, hija de madre y padre adinerados, lleva una vida normal y rutinaria: casa, colegio, casa, deberes. No tiene hermanos; toda la atención del mundo está puesta en ella. Los lunes, miércoles y viernes hace ballet, los martes y jueves inglés. El sábado teatro, por ende, el domingo es su único día libre. 

Miércoles por la tarde. Sale del colegio y espera a que su chofer la pase a buscar. En ese momento, pasa un auto negro y la puerta trasera derecha de éste se abre delante suyo. Zara se sube y el auto arranca. Metros después, nota que quien maneja no es su chofer. Se queda quieta y comienza a pensar. Sabe que no hay posibilidad de que sus padres hayan cambiado de chofer, sabe que algo extraño está pasando... pero no sabe qué.

-Nótese linea divisora-
Como había visto que se hacía en las películas, se puso a contar las cuadras que iban pasando desde que el coche había arrancado, pero a mitad de camino todo se volvió negro. 

El auto se detuvo. La luz volvió a sus ojos, intentó fijarse dónde estaba. Pero fue sólo un segundo, al siguiente la oscuridad apareció delante suyo por segunda vez. Alguien la tomó por los hombros y la encaminó hacia delante. Tuvo que subir un par de escalones; la sentaron y la soltaron. Pudo escuchar lo que parecía el ruido de un candado cerrándose. El piso no era de ningún material que anteriormente hubiese sido tocado por ella. Era frío, duro y tenía ondulaciones muy marcadas. A su alrededor podían oírse autos arrancando, pasos y voces.

No le costaba entender qué pasaba. 

Tiempo después, Zara logró quitarse la soga que rodeaba sus muñecas. Notó que tenía una venda en los ojos, y pudo soltarla. Miró alrededor, pero no vio nada. Todo seguía negro. 

Los segundos, los minutos y las horas pasaron, pero nada cambió. Los ruidos del exterior casi parecían haber cesado, aunque algunos seguían distinguiéndose vagamente. 

Zara empezó a reconocer el lugar. Se movió hacia la derecha gateando, hasta toparse con una pared del mismo material que el piso. La tocó. Notaba que había una pequeña grieta vertical a la mitad de la pared. Siguió tanteando, pero todo era lo mismo. Gateando se dio cuenta que el lugar en donde estaba tenía una forma rectangular, y que todas sus paredes estaban conformadas por el mismo material. Se paró, pero chocó su cabeza contra el techo, quedándose mirando hacia abajo.

Se acurrucó en el piso. Intentó seguir reconociendo ruidos, intentó tranquilizarse, intentó mantenerse despierta. Pero todo fue en vano: afuera todo estaba sumamente silencioso, su respiración era entrecortada y llegó un momento en que el sueño venció a la vigilia. 

La despertó un rayo de luz penetrante. Zara miró hacia la puerta y notó la figura de un hombre, aunque tanta luminosidad no le permitió reconocer a la persona. El individuo le vendó los ojos y la sacó del lugar. Bajaron escalones, caminaron unos pasos y la sentó en lo que parecía ser un auto. 

En el camino escuchó música y conversaciones entrecruzadas: discusiones y gritos; todos masculinos. Sin embargo ninguna voz le resultó conocida. El viaje pareció durar mucho tiempo. Ella  sintió que habían sido horas, pero sólo fueron unos cuantos minutos.

El automóvil dejó de andar. A Zara la hicieron bajar y caminar. Anduvo más de lo que un ser humano hubiese andado en todo un día. La detuvieron y la giraron. De repente escuchó la voz de una mujer. Sintió que comenzaban a quitarle la ropa, hasta dejarla sin nada. La hicieron dar muchas vueltas. Al tener los pies descalzos, Zara sintió que el piso era rugoso, arenoso y con hojas. De la nada escuchó el ruido de las hélices de un helicóptero. Le desataron las manos. 

Para cuando logró sacarse la venda de los ojos, nadie estaba a su alrededor. Su alrededor sólo estaba conformado por una infinidad de hojas, arena, y a su derecha… un precipicio.

martes, 5 de abril de 2011

Nota de Noelia.

 LAS REDES SOCIALES
Las redes sociales hoy en día ya son una necesidad. Una realidad con la que logramos aprender a vivir. Sin mencionar el hecho que, desde que se integraron a la vida cotidiana de cada uno, influyen en todo tipo de relaciones humanas.
Cuando hablamos de redes sociales y de aquello que influye en nuestra vida, hablamos de sitios de Internet que brindan la posibilidad que uno se cree un perfil, con su propia cuenta, y a partir de ello agregar información personal, buscar personas que hayan seguido los mismos pasos que uno hasta terminar en el mismo sitio Web, compartir contenidos, ya sea fotos, pensamientos momentáneos, y muchas otras cosas que uno no diría o mostraría personalmente sin un intermediario como la computadora.
Actualmente existen diferentes tipos de páginas Web que se caracterizan por ser parte de este mundo de las redes sociales; como: Facebook, Twitter, MySpace, Hi5. Hasta el 2009, las principales redes sociales competidoras eran las mencionadas anteriormente, junto con Tuenti y Orkut.
Las redes sociales nos brindan un sinfín de herramientas para expresarnos. Pero sucede que muchos abusan de esas herramientas y, no de mala manera, utilizan la red social en la que estén registrados como un psicólogo cibernético; por lo que aquellos que siguen a esas personas terminan enterándose cosas que en su vida se hubieran imaginado. Tanta es la influencia que tiene en nuestras vidas, que llegan a ser causantes de rupturas de pareja o divorcios. A su vez, si uno hoy no tiene una cuenta en una red social, es como si no existiera.
Facebook, Twitter y el resto de las redes sociales adoptaron características del MSN, por lo que en la Argentina ha llegado a desplazarlo de su lugar de importancia. A su vez, MSN adoptó características de las redes, como la posibilidad de crear álbumes de fotos, decir cuáles son los gustos de uno sobre películas, libros, artistas, etc. Pero lamentablemente pudo imitarlo pero no igualarlo.
Hoy en día las redes influyen en todo, tanto en las relaciones interpersonales como en el mundo de los medios de comunicación; un ejemplo claro es su participación en el reality argentino “Gran Hermano” en donde los participantes se contactan con el mundo exterior a través de una cuenta en Twitter. Un dato más es que a raíz del boom de las redes sociales y debido a la necesidad constante de estar conectado a Internet, las compañías celulares empezaron a ofrecer el servicio de Internet en los teléfonos como algo normal.


 Vida privada y las redes sociales