martes, 1 de noviembre de 2011

El Aborto

Recientemente se ha comenzado a tratar el tema del aborto en la Argentina como a un asunto de suma urgencia e importancia: las próximas semanas serán cruciales en la decisión sobre si se legaliza o no su práctica. En caso de legalizarse, ésta sería accesible para toda mujer que deseara realizarla, cuyo embarazo se encontrara previo a la semana número doce de gestación, y de modo gratuito en hospitales públicos.
            A partir de la propuesta sobre la sanción de una ley que avale esto último, han surgido dos ideologías al respecto muy definidas: la que está a favor de la despenalización y la que está en contra. De la lucha contra y a favor de la sanción de la ley participan tanto hombres como mujeres, aunque quienes han salido a debatir en programas de televisión y radio al respecto han sido únicamente mujeres. Aquellos que están en contra del aborto afirman que lo que se encuentra en el interior de la mujer embarazada es un niño, es un bebé, es una vida. De este modo, el aborto se transforma en un crimen de lesa humanidad, en un homicidio. Por otro lado, quienes están a favor de la legalización del aborto defienden su postura diciendo que el aborto es un derecho de la mujer, ya que la misma debe tener libertad absoluta sobre qué hacer con su cuerpo, y que lo que está en el útero materno no es un niño ni un bebé, sino un feto. Además, afirman que en verdad están a favor del aborto legal, seguro y gratuito para evitar que sigan ocurriendo abortos clandestinos (y agregan que en el caso de que una mujer quede embarazada producto de una violación, ella sufrirá un gran trauma que puede y éticamente debería ser solucionado con el “impedimento de nacer hacia el niño”).
            Por mi parte, creo que si bien el aborto muchas veces puede parecerle a alguien una solución a un conflicto, es más bien un problema más (y mayor, ya que no es lo mismo un abuso sexual que un filicidio). En el caso de una chica o una mujer que queda embarazada al sufrir una violación, me parece que al someterse ésta a un aborto para reducir su sufrimiento, termina adquiriendo un doble trauma: el producido por la violación y el que se suma como Síndrome Post-Aborto (que incluye sentimientos de culpa, depresión, pesadillas recurrentes, aflicción, desórdenes alimenticios, y en ciertos casos incluso tendencias suicidas).
            Con respecto a que la despenalización del aborto reduciría la cantidad de abortos clandestinos, es algo obvio: cualquier cosa, al dejar de ser ilegal, pasa a ser legal. Pero no creo que reduciría la cantidad total de embarazos interrumpidos voluntariamente. Es más: si los abortos fueran tan inofensivos como se los plantea, y se convirtieran en seguros y gratuitos, serían incluso más accesibles que los profilácticos.
            Yo creo que una persona comienza a existir desde el momento de su concepción, porque desde ahí comienza a desarrollarse. Un niño no es más persona que un feto: ¿O acaso un anciano es más persona que un adolescente? ¿Un adulto es más persona que un bebé? La vida es igual de importante y debe ser igualmente valorada y cuidada en todas sus instancias.
            Con el aborto legal no sólo se permite que muera una persona, sino que se apoya el homicidio premeditado de un bebé por parte de su propia madre. No hay diferencia entre una madre que mata y descuartiza a su hijo de cinco años y la madre que se somete a un aborto, en el cual quizás extraerían de su útero a su hijo de a pedazos.
Las personas que hoy luchan por la despenalización del aborto tienen la posibilidad de luchar porque antes tuvieron la posibilidad de nacer. Me parece que deberían plantearse eso antes de reclamar por una práctica de la cual si hubiesen sido víctimas no tendrían oportunidad de estar a favor.
Mariana Saraví.

martes, 4 de octubre de 2011

Biografía de... William Shakespeare

Los detalles sobre la vida de Shakespeare son escasos, y la mayoría de ellos se basa en registros legales y eclesiásticos.
Sus padres, John y Mary (de apellido de soltera Arden) se casaron en 1557, siendo John un mercader. Ya en 1568 él había ascendido en cargos de gobierno y gozaba de su posición de Mayor. William, su hijo mayor, nació en 1564, probablemente el 23 de abril.
William, sin dudarlo, asistió a la escuela de gramática local de Stratford, donde vivía junto a sus padres. Luego estudió la retórica, la lógica y la lingüística del latín. A los 18 años contrajo matrimonio con Anne Hathaway, la hija de un granjero de su pueblo, ocho años mayor que él. Su primera hija se llamó Susanna y nació seis meses después de la boda. Dos años después nacieron los mellizos Judith y Hamnet.
La vida de Shakespeare puede dividirse en tres períodos: los primeros veinte años en Stratford, que incluyen su educación, su temprano matrimonio y su paternidad; sus siguientes veinticinco años en Londres como actor y escritor de obras de teatro, y sus cinco últimos años de retiro, nuevamente en Stratford, cuando gozó de ciertas comodidades, producto de su éxito en el ámbito teatral.
Los años que enlazan el primer período de la vida de Shakespeare con el segundo se caracterizan por la escasez de información, y popularmente se alude a ellos como los “años oscuros, mientras que la transición entre la etapa de activo trabajo y el retiramiento fue gradual, por lo que no puede ser precisamente fechada.
John Shakespeare había sufrido problemas financieros durante la adolescencia de William hasta que las ganancias producidas por el éxito y la popularidad de los escritos de su hijo revirtieron la situación.
Es factible que Shakespeare haya abandonado la escuela a los quince años, como era costumbre, sobre todo debido a que en esos tiempos comenzaron las dificultades económicas de su padre. Numerosas referencias en sus obras sugieren que William llegó a trabajar para él.
En algún momento de los llamados “años oscuros” Shakespeare comenzó su carrera con una compañía teatral londinense (se cree que alrededor de 1589), ya que él ya era considerado un actor y un escritor de cierto renombre. Shakespeare aparentemente escribió y actuó para la compañía Pembroke’s Men, como así para muchas otras (particularmente para la Strange’s Men, que luego pasó a llamarse The Chamberlain’s Men, con la cual él trabajó el resto de su carrera).
Cuando, en 1592, la plaga provocó el cierre de los teatros en Londres, Shakespeare comenzó a escribir poesía narrativa. Sus obras más notables de este período son “Venus y Adonis” y “La Violación de Lucrecia”, ambas dedicadas al Conde de Southampton (quien es, por los estudiosos de la vida de Shakespeare, considerado su amigo y benefactor). Durante este mismo período William escribió sonetos, los cuales son más signos de la moda de ese tiempo que verdaderos poemas de amor haciendo referencia a cualquier relación en particular. Shakespeare comenzó nuevamente a escribir obras de teatro cuando los teatros fueron reabiertos en 1594, y entonces dejó de publicar poesías. Sus sonetos, sin embargo, fueron publicados sin su consentimiento en 1609, pocos años luego de su retiramiento.
Pese a todo su éxito Shakespeare sufrió la pérdida de su único hijo, Hamnet, quien murió en su infancia. Sin embargo, William continuó con su carrera y, en Londres en 1599, se convirtió en uno de los socios en el nuevo Teatro del Globo, construido por los Chamberlain’s Men. Este grupo era un remarcable conjunto de actores excelentes, quienes asimismo eran socios de negocios y amigos personales.
Cuando, en 1603, murió la reina Victoria y fue sucedida por su primo, el rey James de Escocia, los Chamberlain’s Men fue renombrado a los Hombres del Rey (The King’s Men, en inglés), y la productividad y popularidad de Shakespeare continuaron sin interrupciones. La compañía teatral de William, incluido él mismo, financiaron la construcción de un segundo teatro, el Blackfriars Gatehouse. La última obra que escribió Shakespeatre fue “Enrique VIII”, dos años antes de su muerte.
William Shakespeare murió el 23 de Abril de 1616, y fue sepultado dos días después en el cementerio de la Iglesia de la Santa Trinidad, donde había sido bautizado exactamente 52 años antes.
Al momento de su muerte, William contaba con un considerable número de propiedades (tanto de uso particular como profesional), el cual dejó en herencia a sus asociados del mundo artístico y a su familia (sobre todo a su hija Susanna, ya que quiso proteger sus bienes del marido de Judith).
Increíblemente, la mayoría de las obras de Shakespeare nunca habían sido publicadas en otra cosa que panfletos, y eran simples extractos de papeles de Teatro del Globo. Sólo gracias a los esfuerzos de dos de sus socios, John Heminges y Henry Condell, pudieron preservarse sus treinta y seis obras.

martes, 21 de junio de 2011

¿Vamos al cine?

        El mes enero del año 2009 estaba resultando aburrido. Los días de Laura y Rosario ya eran monótonos. Demasiadas vacaciones, nada que hacer… Había que organizar una salida. Una salida para juntarse y divertirse un rato.
        Decidieron ellas entonces ir al cine. Después de acordar un día, el tema fue elegir la película (porque vale destacar, Laura y Rosario diferían bastante en sus gustos). Sin embargo esta vez la decisión fue unánime: ambas coincidieron en que querían ir a ver “Harry Potter y el Misterio del Príncipe”, dado que el film anterior de dicha saga había resultado muy bueno.
        Acordaron encontrarse en el Shopping Abasto de Buenos Aires, al mediodía del sábado de esa semana. Así lo hicieron, y luego de comer se dirigieron hacia la zona de los cines del centro comercial. Era temprano todavía para ver la película, ellas tenían que sacar las entradas. Al acercarse al mostrador para ser atendidas, la mujer detrás del vidrio les dijo que le sería imposible venderles las entradas a no ser que ambas presentaran sus documentos, ya que la película era sólo apta para mayores de trece años. Como las chicas no llevaban consigo sus documentos, no pudieron ver la película. Indignadas, comenzaron a leer la cartelera del cine, con la esperanza de encontrar otra película que ver. Al no hallar ninguna que valiese la pena, decidieron no comprar entradas en el cine, y recorrer el shopping.
        Al mes siguiente, durante una charla telefónica, ambas acordaron ir al cine nuevamente. Esta vez llevarían sus respectivos documentos. Se encontraron una vez más en el Abasto, este día con un ex-compañero del colegio, Tomàs. Harry Potter ya no estaba disponible en el cine, desde hacía una semana. Procedieron los tres, entonces, a leer la revista del cine, en la cual estaba la sinopsis de cada película en cartelera. No parecía haber ninguna digna de ser vista, pero ante la duda leyeron una y otra vez el listado. No: definitivamente, no había ninguna. Pero ellos querían ir al cine. Irían a ver lo que fuera, pero irían.
        Al cabo de treinta minutos se encontraban los tres sentados en las butacas de la sala de cine, con pochoclos, gaseosas, confites… Charlando, poniéndose al día con las novedades… Hasta que la disminución de las luces en la sala marcó el momento de hacer silencio: “Madagascar 2” estaba por comenzar.

viernes, 22 de abril de 2011

Una adolescente. Un secuestro.

Zara, hija de madre y padre adinerados, lleva una vida normal y rutinaria: casa, colegio, casa, deberes. No tiene hermanos; toda la atención del mundo está puesta en ella. Los lunes, miércoles y viernes hace ballet, los martes y jueves inglés. El sábado teatro, por ende, el domingo es su único día libre. 

Miércoles por la tarde. Sale del colegio y espera a que su chofer la pase a buscar. En ese momento, pasa un auto negro y la puerta trasera derecha de éste se abre delante suyo. Zara se sube y el auto arranca. Metros después, nota que quien maneja no es su chofer. Se queda quieta y comienza a pensar. Sabe que no hay posibilidad de que sus padres hayan cambiado de chofer, sabe que algo extraño está pasando... pero no sabe qué.

-Nótese linea divisora-
Como había visto que se hacía en las películas, se puso a contar las cuadras que iban pasando desde que el coche había arrancado, pero a mitad de camino todo se volvió negro. 

El auto se detuvo. La luz volvió a sus ojos, intentó fijarse dónde estaba. Pero fue sólo un segundo, al siguiente la oscuridad apareció delante suyo por segunda vez. Alguien la tomó por los hombros y la encaminó hacia delante. Tuvo que subir un par de escalones; la sentaron y la soltaron. Pudo escuchar lo que parecía el ruido de un candado cerrándose. El piso no era de ningún material que anteriormente hubiese sido tocado por ella. Era frío, duro y tenía ondulaciones muy marcadas. A su alrededor podían oírse autos arrancando, pasos y voces.

No le costaba entender qué pasaba. 

Tiempo después, Zara logró quitarse la soga que rodeaba sus muñecas. Notó que tenía una venda en los ojos, y pudo soltarla. Miró alrededor, pero no vio nada. Todo seguía negro. 

Los segundos, los minutos y las horas pasaron, pero nada cambió. Los ruidos del exterior casi parecían haber cesado, aunque algunos seguían distinguiéndose vagamente. 

Zara empezó a reconocer el lugar. Se movió hacia la derecha gateando, hasta toparse con una pared del mismo material que el piso. La tocó. Notaba que había una pequeña grieta vertical a la mitad de la pared. Siguió tanteando, pero todo era lo mismo. Gateando se dio cuenta que el lugar en donde estaba tenía una forma rectangular, y que todas sus paredes estaban conformadas por el mismo material. Se paró, pero chocó su cabeza contra el techo, quedándose mirando hacia abajo.

Se acurrucó en el piso. Intentó seguir reconociendo ruidos, intentó tranquilizarse, intentó mantenerse despierta. Pero todo fue en vano: afuera todo estaba sumamente silencioso, su respiración era entrecortada y llegó un momento en que el sueño venció a la vigilia. 

La despertó un rayo de luz penetrante. Zara miró hacia la puerta y notó la figura de un hombre, aunque tanta luminosidad no le permitió reconocer a la persona. El individuo le vendó los ojos y la sacó del lugar. Bajaron escalones, caminaron unos pasos y la sentó en lo que parecía ser un auto. 

En el camino escuchó música y conversaciones entrecruzadas: discusiones y gritos; todos masculinos. Sin embargo ninguna voz le resultó conocida. El viaje pareció durar mucho tiempo. Ella  sintió que habían sido horas, pero sólo fueron unos cuantos minutos.

El automóvil dejó de andar. A Zara la hicieron bajar y caminar. Anduvo más de lo que un ser humano hubiese andado en todo un día. La detuvieron y la giraron. De repente escuchó la voz de una mujer. Sintió que comenzaban a quitarle la ropa, hasta dejarla sin nada. La hicieron dar muchas vueltas. Al tener los pies descalzos, Zara sintió que el piso era rugoso, arenoso y con hojas. De la nada escuchó el ruido de las hélices de un helicóptero. Le desataron las manos. 

Para cuando logró sacarse la venda de los ojos, nadie estaba a su alrededor. Su alrededor sólo estaba conformado por una infinidad de hojas, arena, y a su derecha… un precipicio.

martes, 5 de abril de 2011

Nota de Noelia.

 LAS REDES SOCIALES
Las redes sociales hoy en día ya son una necesidad. Una realidad con la que logramos aprender a vivir. Sin mencionar el hecho que, desde que se integraron a la vida cotidiana de cada uno, influyen en todo tipo de relaciones humanas.
Cuando hablamos de redes sociales y de aquello que influye en nuestra vida, hablamos de sitios de Internet que brindan la posibilidad que uno se cree un perfil, con su propia cuenta, y a partir de ello agregar información personal, buscar personas que hayan seguido los mismos pasos que uno hasta terminar en el mismo sitio Web, compartir contenidos, ya sea fotos, pensamientos momentáneos, y muchas otras cosas que uno no diría o mostraría personalmente sin un intermediario como la computadora.
Actualmente existen diferentes tipos de páginas Web que se caracterizan por ser parte de este mundo de las redes sociales; como: Facebook, Twitter, MySpace, Hi5. Hasta el 2009, las principales redes sociales competidoras eran las mencionadas anteriormente, junto con Tuenti y Orkut.
Las redes sociales nos brindan un sinfín de herramientas para expresarnos. Pero sucede que muchos abusan de esas herramientas y, no de mala manera, utilizan la red social en la que estén registrados como un psicólogo cibernético; por lo que aquellos que siguen a esas personas terminan enterándose cosas que en su vida se hubieran imaginado. Tanta es la influencia que tiene en nuestras vidas, que llegan a ser causantes de rupturas de pareja o divorcios. A su vez, si uno hoy no tiene una cuenta en una red social, es como si no existiera.
Facebook, Twitter y el resto de las redes sociales adoptaron características del MSN, por lo que en la Argentina ha llegado a desplazarlo de su lugar de importancia. A su vez, MSN adoptó características de las redes, como la posibilidad de crear álbumes de fotos, decir cuáles son los gustos de uno sobre películas, libros, artistas, etc. Pero lamentablemente pudo imitarlo pero no igualarlo.
Hoy en día las redes influyen en todo, tanto en las relaciones interpersonales como en el mundo de los medios de comunicación; un ejemplo claro es su participación en el reality argentino “Gran Hermano” en donde los participantes se contactan con el mundo exterior a través de una cuenta en Twitter. Un dato más es que a raíz del boom de las redes sociales y debido a la necesidad constante de estar conectado a Internet, las compañías celulares empezaron a ofrecer el servicio de Internet en los teléfonos como algo normal.


 Vida privada y las redes sociales



jueves, 31 de marzo de 2011

Nota de Mariana.

EL PASO DE PLÁCIDO DOMINGO POR EL COLÓN.

El Jueves 24 de marzo me llega un mensaje de una de las bailarinas del Ballet Estable del Teatro Colón diciendo que le avise a mi madre (su amiga y compañera de trabajo) que Plácido Domingo estará cantando a las seis de la tarde en el escenario del Colón para los trabajadores del teatro, a quienes se les permitirá ingresar con un acompañante. Inmediatamente luego de transmitir el mensaje averiguo cómo es el asunto, hablando con uno de los músicos que están en el ensayo general con Domingo, al pie del Obelisco. Él me dice que el cantante no ha llegado, que está retrasado. Ninguno de los músicos parece estar enterado, y los miembros del coro tampoco. Sólo los integrantes del Ballet Estable han recibido una notificación por mail de su coordinación. Finalmente, decidimos ir igual. Mi padre va a entrar conmigo como acompañante y mi madre con mi hermana. En caso de no haber espectáculo, volvemos a casa: nada que perder.
Una vez que llegamos al Teatro nos damos cuenta de que es evidente que Plácido Domingo cantará. Se escucha la música de la orquesta que está en ensayo en el Obelisco. Luego de encontrarnos con conocidos y amigos de mis padres, algunos con sus respectivos hijos, finalmente entramos. Dentro del edificio saltan a la vista las remodelaciones que se hicieron en los más de tres años que estuvo cerrado. Yo hablo, por supuesto, de la zona del Teatro por la que entran los trabajadores habitualmente, la de la entrada por Cerrito. Yo pasé toda mi infancia y parte de mi adolescencia yendo y viniendo, entrando y saliendo del Colón. Jugando en los camarines del Ballet, corriendo por las escaleras, probándome los trajes y tutús de mi mamá, observando funciones desde el costado del escenario. Lo primero que echo en falta es la puerta giratoria de la entrada. Después puedo ver todo el sistema de tarjetas magnéticas instalado, el cual consta de aparatos similares a los del subte (sistema de tarjeta-barrera). Uno pasa la tarjeta, ésta es leída y así se le permite la entrada. Luego vamos caminando por los pasillos que yo no he atravesado hace cuatro años... Pese a que son -en un sector- muy amplios (la zona más remodelada), la comparación de los mismos con los de un hospital es inevitable. Luego sí, el Teatro es como era antes pero visualmente (y no dudo que estructuralmente) mejorado. ¡Qué recuerdos me vienen a la cabeza, caminando esos lugares!
Minutos más tardes estamos sentados en la platea. Eso sí, a la sala principal del Colón ya he podido ir el año pasado. Pero a los palcos, no a la platea. Y no hay nada como la platea. Ahí esperamos a que llegue Plácido Domingo. Estamos temprano. Él vendrá a las siete, son las seis y cuarto. Entre los comentarios que hacemos con mi madre acotamos que ha cambiado la tela de las butacas, el terciopelo. Claro que ahora es más segura, no inflamable, pero se extraña... Lo mismo nos pasa con las lámparas rojas del escenario: decimos que capaz su ausencia se debe a una cuestión estética, que quizás se ve mejor así, pero se extrañan...
Aproximadamente a las siete y cuarto (no puedo asegurar con toda certeza la hora, no estaba pendiente de la misma) entra el señor Plácido Domingo, no por el escenario como era de esperarse, sino por el fondo del pasillo, y va caminando seguido de altos funcionarios del teatro, entre los cuales está el director, Pedro Pablo García Caffi.
El Maestro Domingo sube al escenario y dice, entre otras cosas, lo siguiente: “Quiero darles mis buenos deseos para que la situación en la que hoy se vive sea resuelta con la buena voluntad de todos, la fuerza de todos, sobre todo con la pasión de todos; y que no se vuelva a cerrar un teatro, es decir, que no se quede un teatro lleno de gente sin que haya una función. Eso no puede ser”. “Bueno, nada más decirles que esperamos que de cualquier manera puedan gozar esta noche el concierto, y pronto nos veremos aquí, cantando en este bellísimo teatro.”.
A continuación, baja al podio del director y dirige al Coro Estable del Teatro, que está sobre el escenario. Acompaña en el piano Marcelo Ayub. Luego, sube al escenario y, para sorpresa de muchos, no canta de solista, sino que sube las gradas junto con los coristas y se integra a su sector: el de los tenores. Desde allí canta con todo el conjunto (no puedo dejar de decir que en una parte de la interpretación uno se emociona con la voz del cantante que, aunque no quiera, siempre es distinguible).
Podemos salir desilusionados en el sentido de que no nos cantó él solo a nosotros. Pero no creo que ese haya sido su punto de vista al hacer lo que hizo. Para mí quiso demostrar que él puede dirigir, estar al mando, tener “el poder”, tanto como integrarse al grupo, mezclarse con el resto, ponerse en el lugar del otro, “ser uno más”.
Sobre el conflicto del Teatro, Plácido Domingo dijo lo siguiente: "Entiendo a las dos partes. Entiendo los problemas desde todos los puntos de vista. En un teatro de la importancia del Colón, siempre alabé la gran fuerza de esos dos pilares, que son la orquesta y el coro: siempre me impresionaron y como les he expresado, yo estoy con ellos de cualquier manera".

martes, 22 de marzo de 2011

Hoja Otoñal

     Hoja de otoño, hoja de una estación que marca el principio de una etapa y la finalización de la anterior.
     Una hoja que da lugar a que en el futuro aparezca otra y renueve el ciclo; un ciclo que quizás haya valido la pena vivir o quizás no. Pero, como dice un dicho, "Nunca te arrepientas de nada que te haya hecho sonreir".
     Estos cierres de etapas pueden darse por causas externas, como el fin de la secundaria, de una relación y demás; o también por hechos personales, que pueden estar asociados a sentimientos internos. Casos son estos en los que uno mismo decide que ya ha tenido suficiente de un tema específico y se obliga a pasar a otro distinto.
     Sin embargo, al final de cuentas, está en la naturaleza misma renovar los ciclos; dado que también se haya en el instinto humano la necesidad de ir cambiando el modo de vivir y de pensar con el correr de los años.