El Aborto
Recientemente se ha comenzado a tratar el tema del aborto en la Argentina como a un asunto de suma urgencia e importancia: las próximas semanas serán cruciales en la decisión sobre si se legaliza o no su práctica. En caso de legalizarse, ésta sería accesible para toda mujer que deseara realizarla, cuyo embarazo se encontrara previo a la semana número doce de gestación, y de modo gratuito en hospitales públicos.
A partir de la propuesta sobre la sanción de una ley que avale esto último, han surgido dos ideologías al respecto muy definidas: la que está a favor de la despenalización y la que está en contra. De la lucha contra y a favor de la sanción de la ley participan tanto hombres como mujeres, aunque quienes han salido a debatir en programas de televisión y radio al respecto han sido únicamente mujeres. Aquellos que están en contra del aborto afirman que lo que se encuentra en el interior de la mujer embarazada es un niño, es un bebé, es una vida. De este modo, el aborto se transforma en un crimen de lesa humanidad, en un homicidio. Por otro lado, quienes están a favor de la legalización del aborto defienden su postura diciendo que el aborto es un derecho de la mujer, ya que la misma debe tener libertad absoluta sobre qué hacer con su cuerpo, y que lo que está en el útero materno no es un niño ni un bebé, sino un feto. Además, afirman que en verdad están a favor del aborto legal, seguro y gratuito para evitar que sigan ocurriendo abortos clandestinos (y agregan que en el caso de que una mujer quede embarazada producto de una violación, ella sufrirá un gran trauma que puede y éticamente debería ser solucionado con el “impedimento de nacer hacia el niño”).
Por mi parte, creo que si bien el aborto muchas veces puede parecerle a alguien una solución a un conflicto, es más bien un problema más (y mayor, ya que no es lo mismo un abuso sexual que un filicidio). En el caso de una chica o una mujer que queda embarazada al sufrir una violación, me parece que al someterse ésta a un aborto para reducir su sufrimiento, termina adquiriendo un doble trauma: el producido por la violación y el que se suma como Síndrome Post-Aborto (que incluye sentimientos de culpa, depresión, pesadillas recurrentes, aflicción, desórdenes alimenticios, y en ciertos casos incluso tendencias suicidas).
Con respecto a que la despenalización del aborto reduciría la cantidad de abortos clandestinos, es algo obvio: cualquier cosa, al dejar de ser ilegal, pasa a ser legal. Pero no creo que reduciría la cantidad total de embarazos interrumpidos voluntariamente. Es más: si los abortos fueran tan inofensivos como se los plantea, y se convirtieran en seguros y gratuitos, serían incluso más accesibles que los profilácticos.
Yo creo que una persona comienza a existir desde el momento de su concepción, porque desde ahí comienza a desarrollarse. Un niño no es más persona que un feto: ¿O acaso un anciano es más persona que un adolescente? ¿Un adulto es más persona que un bebé? La vida es igual de importante y debe ser igualmente valorada y cuidada en todas sus instancias.
Con el aborto legal no sólo se permite que muera una persona, sino que se apoya el homicidio premeditado de un bebé por parte de su propia madre. No hay diferencia entre una madre que mata y descuartiza a su hijo de cinco años y la madre que se somete a un aborto, en el cual quizás extraerían de su útero a su hijo de a pedazos.
Las personas que hoy luchan por la despenalización del aborto tienen la posibilidad de luchar porque antes tuvieron la posibilidad de nacer. Me parece que deberían plantearse eso antes de reclamar por una práctica de la cual si hubiesen sido víctimas no tendrían oportunidad de estar a favor.
Mariana Saraví.
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